La Niñera Traviesa y Sus Tetas Listas Para El Placer

Descripción

El sol del verano abrasaba, y el aire dentro de la casa era denso con deseos no expresados. Había contratado a una nueva niñera para los niños, una joven y hermosa mujer llamada Sofía, cuyas curvas eran tan tentadoras como el canto de una sirena. Sus pechos, magníficos y sin restricciones por su delgada blusa, se balanceaban con cada movimiento. Me encontraba observándola constantemente, mi imaginación desbordada con fantasías de su entrega. Una tarde, mientras los niños dormían la siesta, la encontré en la sala de estar, estirándose perezosamente, su camisa subiendo, ofreciendo una vista tentadora de sus pezones perfectos. La imagen encendió un fuego dentro de mí. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho. No pude resistir más la atracción magnética, sabía que tenía que tenerla. Me acerqué lentamente, con la voz ronca por el deseo. Ella se giró, sus ojos se encontraron con los míos, y vi una chispa de reconocimiento, un silencioso reconocimiento de la tensión tácita. Extendí la mano, mis dedos trazando la curva de su cadera, y su piel era como seda. No se apartó. En cambio, se inclinó hacia mi tacto, conteniendo la respiración. El aire crepitó con electricidad. Susurré una orden, y ella obedeció, sus ojos fijos en los míos. El mundo se difuminó, y lo único que importaba era el momento, el calor y el exquisito placer de su cuerpo contra el mío. Sus pechos, llenos y ansiosos, me fueron ofrecidos. Y yo, perdido en la embriagadora danza de la lujuria, acepté gustoso.