La Gótica Mandona y Mis Tetas de Marioneta
Descripción
Sus ojos, pozos oscuros que reflejaban un deseo retorcido, se encontraron con los míos. La chica gótica, una visión de encaje negro y delineador pesado, me había elegido. 'Ahora eres mío', susurró, su voz un mandato de seda. Mi corazón martillaba contra mis costillas. Esta no era una noche cualquiera; iba a ser rehecho. Ella era una maestra, y yo, su sujeto dispuesto. Sus manos, delicadas pero firmes, trazaron la curva de mi cuello, enviando escalofríos por mi columna vertebral. Mi mirada se desvió hacia sus amplios senos, apenas contenidos por su corsé. Eran magníficos, una promesa de los placeres por venir. El aire crujía con necesidades tácitas, un acuerdo silencioso para sucumbir al momento. Mi papel era claro: ser moldeado, ser dominado, ser suyo. Comenzó con un beso, una fusión lenta y deliberada de labios que me robó el aliento. Su lengua bailó con la mía, un preludio de la tormenta. Con cada toque, cada caricia, sentí que me desmoronaba. Ella era una diosa, y yo, un humilde adorador, listo para sucumbir a todos sus caprichos. Sus dedos encontraron el camino hacia mis pantalones. Entonces, comenzó el verdadero juego. Susurró instrucciones en mi oído, cada palabra un delicioso mandato. Obedecí, mi cuerpo un recipiente para sus deseos. Me convertí en su juguete, su novia perfecta, perdido en un mundo de placer y sumisión. Mis manos estaban por todo su cuerpo. ¡Esas grandes tetas eran tan suaves! La noche fue una borrachera de sensaciones, una sinfonía de gemidos y jadeos. Estaba perdido en su abrazo, mi alma, mi cuerpo, completamente suyos. Nunca volvería a ser el mismo.
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